Estás en: Inicio › Documentos › Comunicados › Carta pública de Horacio Salcedo García a los profesores Gloria Cecilia Arboleda y Diego Cáceres Barajas
Comunicados
Octubre 1 / 2015
Carta pública de Horacio Salcedo García a los profesores Gloria Cecilia Arboleda y Diego Cáceres Barajas
Emitido por: Otra
Dirigido a: Comunidad universitaria
Popayán, 01 de octubre de 2015
Profesores:
Gloria Cecilia Arboleda
Diego Cáceres
ASPU cauca
Universidad del Cauca
Cordial saludo:
Por este medio, me refiero a la visita realizada por ustedes al departamento de Filosofía con el objeto de señalar las carencias y/o necesidades del servicio que tendría nuestra unidad académica y, que al parecer se ha realizado en otros departamentos.
Como la conversación en realidad giró hacia otros temas, quiero dejar sentadas mis intervenciones sólo con el ánimo de propiciar alguna reflexión al interior de la organización sindical del profesorado. Empero, si ese propósito no se alcanza o en otro caso merece una expresión de repudio, aspiro exclusivamente a evitar interpretaciones equívocas.
Afirmé, que los comunicados suscritos como reacción a los escritos del vicerrector de la Universidad, Profesor Edgar Velásquez, tienen un sentido virulento que clausura y cancela la condición de posibilidad de una esfera de interlocución académica y que su expresión más figurativa es la “expulsión”. El uso de una gramática que configura el orden del discurso racista y que de antemano establece un enemigo interior, una práctica común del totalitarismo que apela a este recurso para escenificar el “simulacro” –spectrum- de una gran confrontación de un enemigo que nos tiene en el límite del aniquilamiento. En consecuencia, la expulsión, el veto, la descalificación moral o el extermino son posibles. Esta lógica interna de las organizaciones, puntualmente jerarquizadas, no solamente preserva -en su sentido más estricto, biológico- el poder, cuanto más, periódicamente restaura su legitimidad acudiendo a la vana nostalgia del pasado, a la ensoñación, que demarca el síntoma de la minoría de edad, y nos indica que fuimos felices bajo el dominio del Padre, por aquel sentimiento de seguridad que nos ancla a la esfera de la producción y reproducción de la dominación. Pero al mismo tiempo, salvaguarda de la angustia de dar cuenta de la legitimidad de la existencia, dicho de otra forma, del contenido y sentido de nuestra existencia y la imbricación social de ésta, lo cual significa, que las consideraciones modernas de legitimidad que oscilaban entre Weber y Shumpeter y que se encontraban asignadas en el primer caso a la empresa de acumulación de capital y a la empresa de dominación estatal, y en la segunda, escuetamente a la analogía de mercado y democracia, fue aceptada, por su carácter universal y el estatuto de verdad que la contiene.
Fue lo que ustedes denominan “palabrería posmoderna”, la que puso en juego la condición de legitimidad de la verdad y en consecuencia, su naturaleza narrativa. Aquella producción de múltiples lenguajes que hacen lectura de sus relaciones más próximas con el territorio, con el tiempo, la verdad, y que puede ser expresado como la existencia que se desenvuelve hermenéuticamente, en el tiempo que se vive, el medio que se habita y la pluriversalidad cultural que nos atañe y exige. Las narrativas de la legitimidad pugnan con la legitimidad per se de las instituciones que la derivan y esgrimen, desde la agónica teoría de la representación, su centralidad, su nicho, in situ, son los actores sociales.
Hace más de una década, la misma organización sindical debatía una resolución rectoral que establecía los nuevos patrones de tiempos y espacios de la labor docente, sobre una matematización de ésta; se pretendía un desempeño total del trabajador. La entrega mística a la Universidad, que el rector de entonces denominó el “proyecto de vida”, -desdoblando para sus propios fines el concepto que acuñó Habermas para revalidar las expectativas de la modernidad y el procedimiento comunicativo para alcanzarlas- y, que utilizó como la secreta fórmula de una comunión, la invocación continua y deliberada de una tal “alma mater”, que nos sostenía, que nos amamantaba y en la que cualquier disidencia era un irrespeto, una peligrosa alianza, generalmente atravesada por “oscuras fuerzas”, e “intereses extrauniversitarios” 1. Esta inédita sacralización del topois universitario, se ajustó perfectamente con el reacomodamiento estratégico del bloque en el poder y la nueva política de contrainsurgencia social y ofensiva militar como respuesta al avance en el territorio del movimiento armado. La conflictividad que atravesó a la Universidad, los cuatro primeros años del primer y segundo período de la administración anterior revelaba la inconformidad de los estudiantes y profesores. El ajuste fiscal de la economía subrepticiamente tenía uno de sus niveles de resolución 2, en el marco de financiación de la educación superior. La iniciativa del Banco Mundial y el BID ocultaba bajo la “democratización” del acceso, nuevas formas de incorporación a la Universidad Pública en los que los sectores financieros ampliaban los espacios de acumulación especulativa. El social label, la etiqueta de presentación se denominó “sociedad del conocimiento” y el caso emblemático que se presentaba era China, pasando por alto deliberadamente que la revolución cultural había transformado completamente al Estado, la sociedad y la economía de ese país 3.
Esa nueva organización y condiciones del trabajo universitario bajo el formato de la ocupación total y la calificación por obra en docencia, investigación y extensión, desvalorizaba la docencia y colocaba al Profesor dedicado a ella en condiciones abiertamente inequitativas. La época de una Universidad para investigadores, que rendía culto a sus proyectos y a las entidades que los patrocinaba, calificaba y pagaba, que desplazó la docencia a un lugar marginal y reorganizó las tareas, olvidaba que el horizonte de esta Universidad, en esta región, es la docencia, porque la ampliación del horizonte ciudadano, requiere en una región tan desigual, intolerante y porque tal racista, la incorporación de los contingentes de ignorados a la ciudadanía por la vía de la educación superior. Estudiar y obtener un título le permite un acceso en todo caso marginal a la esfera del trabajo y su reproducción social. Y, lo era y lo sigue siendo, porque la docencia, también investiga fuera de los patrones reglamentarios (razón instrumental). Al margen de la formalización estatal de la investigación se encuentra la que está oculta y no tiene vocación de reconocimiento más allá de las aulas y con los estudiantes. Es la investigación genuina, la que dio lugar al surgimiento de la Universidad moderna. Por eso, docencia e investigación son dos caras que coinciden en su praxis, pero que su instrumentalización fractura. Es la astucia reglamentaria, el carácter anal de la empresa de dominación estatal la que ocasiona la fractura e instituye falsas oposiciones. Sin embargo, tal astucia que fragmenta el trabajo universitario adquiere nuevas y complejas formas, nuevos y complejos ropajes, la tercerización es uno de ellos; libera los recursos públicos de controles y fiscalización o los hace más frágiles y vulnerables. Las Fundaciones sin “ánimo de lucro”, las Fundaciones de Apoyo, Organizaciones No Gubernamentales, los “spin-offf”, los encadenamientos empresa-Universidad, todos dirigidos a traslapar inmensos recursos de la nación y que operan como punta de un replanteamiento fáctico de la privatización que comenzó por la tercerización del sector salud, pero hoy avasalla toda la contratación estatal y es el nuevo eje de la reforma del Estado y de las Políticas de Ajuste Estructural (Notebooks Of Fiscal Adjusment. F.M.I. Washington, Press 2010).
En consecuencia, no puedo compartir su afirmación en cuanto que el programa de regionalización “es una “estafa”, por los programas regionalizados, los profesores que participan de ello y el costo de las matrículas”. Puedo considerar todas objeciones a ese proceso, incluso si es dable disminuir los costos, empero sería el resultado de un análisis juicioso, que incorpore no sólo un cálculo actuarial que garantice que los estudiantes matriculados se gradúen en los programas dentro de los plazos fijados cuanto más el impacto social, la calidad de los programas y de los profesores que hacen parte del proceso. Afirmar, que es una estafa, clausura y cancela de antemano el espacio de deliberación, pero logra el efecto deseado: simular una confrontación, escenificar un campo bélico, donde el emplazamiento de los dispositivos es meramente ilusorio.
Tampoco puedo comprender ese no muy expreso pero latente apoyo a los investigadores, no propiamente a la investigación, porque es una tarea de la Universidad Pública, pero no reiterando, los errores del pasado, creando una dicotomía entre investigación y docencia que reproduce el distanciamiento utilitario del investigador con la docencia y una tensión cada vez mayor por segregarse completamente de ella y adscribirse a las diferentes modalidades con que se presenta hoy su tercerización. Lo cual por la propia naturaleza de un sindicato universitario tendría que discernir, quiero decir, la tarea de un sindicato, de un sindicato de profesores universitarios, es esclarecer, visibilizar e interpretar, los puntos capilares y la ininteligible mutación de las múltiples cuadrículas de la dominación. Dicho de otra forma, lo que podríamos denominar “el saber sindical”, no sería más que quitarle el ropaje a la realidad bajo el supuesto de que ésta es sólo una apariencia y que la forma bajo la que se presenta es transitoria.
No me es dable aceptar aquella tal “persecución” a miembros de Aspu porque la vicerrectoría mira con lupa sus labores académicas. Se los expresé en su visita, mi experiencia durante el tiempo que dirigí el departamento de filosofía, es que la labor de todos los profesores se amplía en una pantalla y tiene que justificarse cada una de las actividades a las que se compromete el docente. V.gr, si un docente tiene un proyecto de investigación se consulta cuál es el estado del proyecto, lo que justifica programar tiempo para el siguiente periodo académico. En esta Facultad se glosaron las labores de varios departamentos, causó malestar a algunos jefes de departamento, pero concertaron las reformas.
A mi modo de ver las diferencias que existen con la Resolución 802, no pueden presentarse como “persecución a miembros de Aspu cuya labor se mira con lupa”, inflar el lenguaje de esa manera, obstruye el diálogo y la tensión propia de los argumentos que se reponen por una búsqueda urgente e irreflexiva de alinderamiento, en ese ilusorio campo de batalla. Irreflexivo, porque se apela a la respuesta inmediata: ¿y los sindicatos hacen política o no? ¿y lo que escribió el vicerrector es o no virulento? ¿y la ley sí o no consagra el derecho –permiso sindical-?
Nos cabe el derecho a pensar.
En mi opinión y cómo lo expresé en su visita, la administración de la labor académica de un docente, se encuentra en relación directa con el jefe del departamento, es un modelo para armar, en el que ciertamente se demuestra la contingencia de la matemática. Aquella sospecha nietzscheana, expresada en la pregunta: ¿por qué los juicios sintéticos son verdaderos? A lo que se contesta: porque sí. Derrumbando de un soplo la certeza kantiana nos indica que los límites de la matemática son frágiles –caóticos-. Ello significa, que el modelo se arma de acuerdo a las afinidades del profesor con la docencia, la investigación y la proyección social. El talante del jefe del departamento, su gestión y argumentación es decisivo para sacar adelante su aprobación. El proceso que sobreviene, las diferentes instancias del denominado visado tienen que definir su competencia y el grado de discrecionalidad para objetarla.
De la misma forma es necesario encontrar un balance entre el tiempo dedicado a la investigación y la docencia, de tal forma, que la dicotomía pueda encontrar un nivel de resolución que restablezca la unidad docencia-investigación.
Éste es un tema por debatir, en el que no bastan los representantes a las diferentes corporaciones de la Universidad, más aún, cuando en algunas facultades carecen de ellos porque simplemente no hay postulaciones. Los universitarios requieren una organización sindical, la que existe, que tramite las diferencias, los conflictos y ejerza una crítica a salvo de cualquier limitación institucional o reglamentaria. No pueden existir temas vedados.
Ustedes tienen una forma de adelantar la política que seguramente su organización sindical ha debatido y definido.
Quizá tal postura, demuestra la ausencia de una matriz conceptual que determine un anclaje para llevarla a término, más allá de lo que el sentido común indicaría como el “hacer sindical” y, que en el transcurso del tiempo comienza por parecerse no a un “receso”, más bien a un largo receso que mantuvo la complacencia de una década con la anterior administración de la Universidad. En efecto, durante un poco más de una década Aspu Cauca, mantuvo un profiláctico cuidado de la persona y de las políticas de esa rectoría. Esa suerte de toyotismo a medias sin repartición de beneficios aunado al control total de su parte y de su par, el Profesor Pedro Hernández, un control rayano en lo pintoresco.
Por eso, no me sorprende que ustedes reclamen ese pasado mejor y revelen la nostalgia, incluso de la forma como en el pasado se realizaban los claustros. El señalamiento quejoso de los chistes y anécdotas de los claustros del presente, de la asistencia, no alcanzan a configurar un dispositivo crítico, más bien sorprende la ingenuidad con que se hacen y la intención que persiguen, difícilmente por esa ruta obtendrán alguna forma de consolidación.
Durante tantos años, la Junta Directiva de Aspu Cauca se instaló en una zona de confort, que apenas asomaba en coyunturas nacionales o en otro plano, adquiría algún protagonismo en medio del movimiento estudiantil de la MANE.
La pregunta por la legitimidad de la existencia, por su propia narrativa de existencia en este nuestro aquí y ahora es necesaria y urgente. Esa pregunta no se responde con el número de cotizaciones, tampoco con los lugares comunes que presentan en sendos comunicados firmados a nombre de su sindicato o apropiándose de las reivindicaciones en las que participaron muchos profesores ocasionales pesimistas de su discurso y su ejercicio político y que no hacían parte de su organización sindical.
A su pregunta de si considero legal o ilegal el permiso sindical, le reitero, el umbral de ventajas no puede ser aprovechado al punto del completo distanciamiento con el trabajo académico durante cerca o más de doce años. Más aún, que ese umbral de ventajas carece de tan siquiera una mínima regulación, de informe de gestión, de una rendición de cuentas. Cuando cualquier profesor está sujeto a dar cuenta del cumplimiento de la más mínima comisión académica. Claro que el permiso sindical es legal, pero quiero recordarle que esa misma garantía y su uso por fuera de un contexto regulatorio, casi arbitrario, aportó su parte en la pérdida del lugar social y político de los sindicatos y su centralidad en el balance de la correlación capital-trabajo. No todo lo puso la reposición de la fase de acumulación intervencionista y de la organización del trabajo fordista.
La crítica, entendida como el esclarecimiento de los límites conceptuales entre los proyectos hegemónico y emancipatorio; la política, entendida como la formación de un acumulado de masa crítica capaz de formar opinión y movilizarla, la representación en uso más puro como re-hacer, fue eficaz durante un periodo fugaz (2002-2004) pero que destacó el aglutinamiento, la participación, la movilización en las calles y la tensión teórica y práctica entre lo que es una administración y un sindicato cuya naturaleza es académica.
Esta abierto el debate.
Atentamente,
HORACIO SALCEDO GARCÍA
Profesor departamento de Filosofía
c.c. ASPU CAUCA.
c.c. ASPU NACIONAL.
c.c. Vicerrector Académico, Doctor Edgar Velásquez Rivera.
c.c. Rector, Doctor Juan Diego Castrillón Orrego.
1. Los movimientos estudiantiles de Ciencia Política y de Residencia s Universitarias, fueron calificados de terroristas. El primero fue señalado de ocultar armas en el Claustro de Santo Domingo. Las adscripciones de los profesores al rector, no a su proyecto universitario, eludían el debate público, pero al mismo tiempo actuaban en consecuencia a ese crudo pacto místico, el “abrazo a la Universidad”, se constituía como una estratagema de alinderamiento, que permitía identificar aliados y adversarios, pero al mismo tiempo subyace en el recurso simbólico, los que querían y porque tal respetaban el alma mater diferenciados de los que no querían y lesionaban la sacra alma mater. En adelante, el uso indiscriminado de medios para la descalificación personal, la publicación de “la nigua” cuyo autor la hacía circular desde los baños de las Facultades, el intento fraguado desde Aspu Nacional para “descabezar” la Junta Directiva Seccional, la amenaza de desafiliación masiva. Terminaron fortaleciendo el movimiento con Asambleas de multitudes, que le dieron un poder de deliberación y negociación muy fuerte a la Junta Directiva de la época. De otra parte, los despidos a profesores ocasionales generaron demandas que posteriormente terminarían en condenas contra la Universidad y él funcionario responsable del examen jurídico.
2. La otra punta del nivel de resolución fiscal fue y sigue siendo la denominada por el FMI “bomba pensional”, que justifico el aumento de la edad y las semanas de cotización para btener el derecho.
3. La Junta Directiva Seccional de ASPU llevó a cabo múltiples foros sobre el documento del Banco Mundial de 2002, se transmitido por la tv de la Universidad entre el rector de esta y el Sindicato. Se llevaron a cabo múltiples y continuos foros en los que participaron estudiantes, profesores e invitados como el Maestro Carlos Gaviria (q.e.p.d), el senador Jorge Robledo, Alonso Ojeda Awad, Libardo Sarmiento, Alejo Vargas, Victor M. Moncayo.