Hablar de Carlos Eduardo Vasco es encontrarse con la historia de la educación en Colombia en los últimos cuarenta años y descubrir un ángulo importante para mirar las tensiones, las contradicciones, las luchas y las maneras en las que los saberes sobre pedagogía, didáctica y currículo han circulado y se han posicionado. Aquí, un recorrido por su historia.
Este miércoles se conoció la muerte del filósofo, doctor y especialista en temas de física y matemáticas, Carlos Eduardo Vasco Uribe, primer coordinador de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, llamada popularmente “La Comisión de Sabios”, desarrollada en Colombia entre 1993 y 1994; y asesor del Ministerio de Educación Nacional en el proceso de elaboración de los programas curriculares de matemáticas de 1978 a 1993 y de los Estándares Básicos de Competencias en 2001.
Vasco fue docente durante 25 años en el Departamento de Matemáticas de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, del cual fue Profesor Emérito y Honoris Causa. La rectora de dicha institución, Dolly Montoya, lamentó la muerte del académico: “Sus valiosos aportes serán un gran legado en la comunidad #UNAL. Sentidas condolencias a sus familiares y colegas”. El profesor nació en Medellín en 1937.
Estudió primaria en el Colegio de la Presentación y secundaria en el Colegio de San Ignacio, donde recibió el título de Bachiller el 13 de noviembre de 1954. Luego estudió humanidades y filosofía en la Universidad Javeriana de Bogotá, de donde se graduó el 20 de octubre de 1962. Inicio sus estudios de posgrado en física y matemáticas en la Universidad de Saint Louis en el Estado de Missouri, EE. UU., donde obtuvo la Maestría en Ciencias (Física) en 1967 y optó el título de Ph.D. (Matemáticas) el 4 de febrero de 1968.
Posteriormente, viajó a Alemania para realizar estudios de teología en la Hoshschule Sankt-Georgen, Frankfurt am Main, donde finalmente recibió el título de Licenciado en Teología el 14 de julio de 1971 y fue ordenado sacerdote de la Compañía de Jesús en esa misma ciudad.
A su regreso al país se dedicó a la investigación en matemáticas, a la enseñanza de las matemáticas y al estudio de los problemas relacionados con esta área del conocimiento, así como a numerosas obras de asistencia social en los Barrios Nororientales de Bogotá, como sacerdote jesuita. Entre muchos de sus reconocimientos se encuentra el IX Premio Nacional de Educación en la categoría “Exaltación a una Vida Dedicada a la Educación”, versión 2007–2008 y la Condecoración “Simón Bolívar”, en la categoría “Orden Gran Maestro”, del Ministerio de Educación.
A finales de junio pasado, cuando la Universidad Autónoma de Manizales le otorgó el título de Honoris Causa por amor a la ciencia, sus aportes a la educación, el conocimiento y la ciencia en Colombia, el profesor señaló: “Para poder recibir este reconocimiento les debo pedir que todas las palabras que he afirmado o negado durante estos 50 años, no las tomen como una verdad, pero tampoco se tomen la molestia de negarlas. Solo les pido que la tomen como un impulso para seguir buscando lo que quieren en la vida”.
La Universidad del Cauca, lamenta profundamente su fallecimiento y une su voz de solidaridad y condolencia a sus familiares, amigos y colegas. La muerte del maestro es una gran pérdida para la academia colombiana. Paz en su tumba.
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