La profesora Victoria Eugenia Muñoz Valencia logró sacar adelante su carrera de Ingeniería Civil, al mismo tiempo que se desempeñaba como geotecnóloga en el Laboratorio de Suelos de la Facultad de Ingeniería Civil, en una época en que la brecha de género, en el campo de las ingenierías, era mucho mayor. Por esa razón, en una nueva entrega de los #RostrosDeUnLegado ella es protagonista.
La Facultad de Ingeniería Civil actualmente está conformada por los programas de Ingeniería Civil, Ingeniería Ambiental, Arquitectura y Geotecnología, este último creado el 2 de octubre de 1975 con el firme propósito de formar geotecnólogos capaces de realizar actividades asociadas con obras geotécnicas y con el compromiso de asumir, con responsabilidad, el control de calidad de las obras civiles. Así pues, en el marco de la celebración de los 150 años de esta mítica facultad, misma que iniciamos en el mes de abril, en esta ocasión les traemos una inspiradora historia con la que queremos destacar cómo una mujer logró que se abrieran las puertas para que funcionarios de la Universidad, pudieran trabajar y estudiar al mismo tiempo en nuestra Alma Mater, ¡acompáñanos!
Una mañana de mayo nos encontramos con la ingeniera Victoria en los populares honguitos de la cafetería de la Facultad de Ingeniería Civil. Allí la ingeniera inició su relato contando un hecho bastante común en nuestra Universidad, pues ella, como muchos otros jóvenes, al no ingresar a Ingeniería Civil la primera vez que se presentó, decidió estudiar una carrera similar, con el propósito de que cuando consiguiera el cupo, pudiera homologar algunas materias, sin embargo la Geotecnología la cautivó tanto que decidió quedarse y culminarla: “Bueno realmente poco conocía de Geotecnología porque es un programa que no tenía mucha divulgación, te estoy hablando del año 93 más o menos y en esa época se conocían los programas de Ingeniería Civil, Derecho y Medicina, entonces me inscribí a Ingeniería Civil pero no pasé, esperé 6 meses y pensé en la opción de Geotecnología, entonces la idea era que estudiando este programa podría llegar a estudiar Ingeniería Civil, ya que habían materias afines. Ingresé y cuando pensé en pasarme a Ingeniería Civil, no quise, le cogí cariño, vi las bondades que tenía y me gustó muchísimo, me quedé, culminé y me gradué contenta de mi programa. Además, en esa época, el perfil profesional del geotecnólogo, al ser el único en Colombia y en Suramérica, tenía una oferta laboral muy grande, éramos muy pocos y pagaban muy bien. Realmente con la Geotecnología he llegado a donde estoy”.
Foto: Suministrada
A los 8 días de haberse graduado, la docente ya tenía una oferta laboral en la ciudad de Bogotá y tomó la decisión de irse, junto con otros dos compañeros, a trabajar en la doble calzada de Briceño, Tunja - Sogamoso, pero “Realmente fue complicado por la parte familiar, mi mamá era viuda y estábamos en una situación emocional difícil, entonces decidí devolverme. Mi idea era quedarme en Cali, porque allá había más trabajo, y aquí en la Universidad había un puesto de Geotecnólogo, pero querían a un hombre y a los hombres les ofrecieron el trabajo, pero no quisieron porque el sueldo era muy bajo, frente a lo que pagaban afuera”, cuenta a modo de remembranza, quedando algo pensativa.
Ante esta nueva situación la ingeniera Victoria, junto con una compañera, decidieron contactar al jefe de laboratorio, que en ese momento era el ingeniero Antonio Chavarro, para entregar las hojas de vida. Recuerda que las llevaron personalmente, ya que en ese tiempo no había correos, redes institucionales, ni mucho menos redes sociales; de hecho, los anuncios de trabajo salían por el periódico. Así pues, las compañeras llevaron sus hojas de vida, y la ingeniera Victoria especificó que su propósito era trabajar en la ciudad de Cali, pero el destino le tenía otra propuesta: “Curiosamente, mi compañera sí quería trabajar en la Universidad, pero no sé, por cosas de la vida, un 28 de julio me llamaron, y me dijeron que me acababan de contratar y que me esperaban el lunes a las 8 de la mañana en el laboratorio de suelos, fue una sorpresa, yo quería trabajar en Cali, porque acá el ambiente era un poco difícil, todos eran hombres y yo era muy joven, entonces me daba miedo enfrentarme a las dinámicas que tenían ellos, yo entraba a ser la jefe de ellos y eran personas que tenían mucha experiencia, ese era mi temor, más que otra cosa, pero bueno… entré a trabajar al laboratorio rompiendo muchos paradigmas por ser mujer, por ser joven, por tener una carrera tecnológica y por entrar a un cargo específico, en un ámbito donde todos eran muy señores, entonces no fue fácil romper con toda la dinámica que tenían ellos, pero con el tiempo se fueron familiarizando conmigo y entendieron que yo lo único que quería era trabajar” nos cuenta la ingeniera, con algo de nostalgia al recordar sus inicios en el mundo laboral.
Después de un tiempo trabajando en el laboratorio de suelos, la ingeniera Victoria decide volver a intentar ingresar al programa de Ingeniería Civil. Se presentó, pasó y entró a estudiar la carrera que siempre había querido, no obstante, tuvo que enfrentarse a grandes retos: “Fue muy duro porque cuando solicité el permiso para estudiar, el decano de ese momento me dijo que no, me dijo que estudiaba o trabajaba, que aquí no se podía hacer las dos cosas, que la Universidad a mí no me iba a pagar para estudiar, entonces mi contrato en esa época me lo renovaban de enero a abril, de abril a agosto y de agosto a diciembre, entonces me dijo que si mi contrato se vencía el 30 de abril, íbamos a hacer una cosa: me retiraba de la carrera o me retiraba de trabajar, tenía hasta el 30 de abril para subir a su oficina y decirle qué iba a hacer, pero definitivamente no podía trabajar y estudiar al mismo tiempo. La ventaja mía fue que cambiaron de rector, cambiaron de decano y las personas que llegaron tenían una visión diferente y ellos vieron que el hecho de que yo repusiera tiempo, permitía que los laboratorios tuvieran mayor flexibilidad en los horarios, entonces fue diferente, pero igual yo matriculaba dos materias por semestre, cuando tenía vacaciones del trabajo veía cursos de verano, y las materias de quinto para arriba las tomaba en las noches de seis a ocho, lo cual me facilitó avanzar un poco”.
Había superado el primer obstáculo con éxito, pero ahora debía mantenerse, tanto en su trabajo como en su estudio “Fue todo un reto porque era algo que ningún administrativo había hecho en la facultad, entonces me tocó hablar con muchas personas, pedir permisos, decir que yo iba a trabajar y a estudiar, pero que iba a ver dos o tres materias por semestre, dependiendo de mi trabajo, entonces lo primero que yo buscaba era cumplir con mi trabajo y en el tiempo que me quedaba libre podía estudiar, tomaba materias de siete a nueve y tenía que estar a las 8 en el trabajo, entonces de 8 a 9 pedía permiso, y luego devolvía el tiempo”.
Así pues, a pasos cortos pero seguros, la ingeniera Victoria alcanzó su título profesional en marzo del 2005, no sin antes sentar un precedente.“Me gradué como Ingeniera Civil, trabajando, estudiando duro y luchándola porque por parte de mis compañeros siempre hubo cierto malestar porque decían: ¿Por qué ella sí y nosotros no?, pero al final yo les decía que si querían estudiar, tocaran puertas y lo hicieran, y como en esa época nadie lo había hecho en la facultad, mi experiencia impactó y quienes quisieron estudiar, lo pudieron hacer. Después el trato con ellos fue muy bueno, yo seguía siendo la única mujer y terminé entendiéndome muy bien con ellos”.
Luego de darse cuenta que todo lo que se propusiera lo podía lograr, la ingeniera continúo sus estudios con la Especialización en Pavimentos, ofertada también en nuestra Alma Mater. “La especialización era los viernes y sábados, sólo pedía permiso los viernes en la tarde, pero el requisito era devolver el tiempo, en ese entonces tocaba devolver el 100% o más, ahora uno devuelve el 50%, sin embargo, yo lo hice con mucho entusiasmo” manifestó la ingeniera, quien al haber terminado su especialización continuó con la Maestría en Ingeniería de Vías. “El día que me gradué de la especialización, me di cuenta que estaba en embarazo, pero ya había hecho la gestión para hacer la maestría en la Universidad. Con el mismo grupo que veníamos de especialización, nos metimos a la maestría”. Entonces, en ese momento no era solo trabajar y estudiar, sino que también se enfrentó a la experiencia de ser madre.“La ventaja fue que todo se me dio, gracias a Dios, cuando iba a tener a mi bebé todos nos encontrábamos haciendo nuestros proyectos de investigación, así que tuve a mi bebé y me fui de licencia, además el compañero con quien desarrollé mi proyecto de grado, junto con su esposa también acababan de tener un bebé, entonces él entendía mi situación y logramos equilibrarnos, de hecho fuimos los dos primeros que nos graduamos de la maestría, fuimos fuertes y la ventaja es que la niña era muy juiciosa y esto me favoreció muchísimo, porque me daba el espacio para trabajar y estudiar”.
Una vez terminó su maestría la ingeniera Victoria, realizó el Diplomado en Docencia Universitaria, también en la universidad y al año siguiente comenzó a dictar una cátedra en el programa de Geotecnología. Luego de haber estado largos años en Unicauca, decidió pedir una licencia no remunerada y se fue a trabajar en una empresa privada en Buga, pero la parte familiar la hizo volver. Lo positivo de este momento de su vida, es que regresó con un nuevo aire; nuevo aire que la impulsó a continuar con su formación académica. “En el año 2015 me fui a estudiar a Manizales e hice una Especialización en Geotecnia, fue duro porque igual me tocaba viajar cada 15 días y devolver tiempo, pero eso era lo que yo quería estudiar, era lo que estaba más a mi alcance y me gradué en enero del 2017”.
Ya en el año 2018, la ingeniera Victoria decidió dedicarse completamente a la docencia. “El ingeniero Eugenio, quien vuelve a ser jefe de departamento me dijo que si estaba segura, ya que llevaba 21 años en la parte administrativa y ahí tenía un contrato laboral estable, y como docente no tenía esa estabilidad, pero mi decisión ya estaba tomada, pues la docencia era lo que siempre había querido hacer toda mi vida, yo cumplí mi ciclo dentro de los laboratorios e hice lo que tenía que hacer, entonces el primero de febrero de 2018 entré como docente ocasional de tiempo completo, hasta la fecha. Seguí en mi departamento y dentro de mi carga académica tengo estudiantes de Geotecnología y de Ingeniería Civil, además soy estudiante del Doctorado en Ciencias Ambientales de la Universidad del Cauca”.
De manera que, después de habernos contado los hechos más importantes de su paso por la facultad, la ingeniera Victoria recuerda una de las anécdotas que más le llamó la atención, pues entre el año 96 y el 2002, el Presbítero Genaro Rojas, Capellán de la Universidad del Cauca, realizaba un reinado, entre todas las facultades para recoger fondos, y de la Facultad de Ingeniería Civil, salían dos reinas: una de Civil y otra de Geotecnología y esa fue la manera en que se dio a conocer el programa. “Era algo muy curioso porque a las reinas les preguntaban que de cuál programa eran, y cuando decían: Geotecnología, nadie conocía el programa y de esa forma fue que se dio a conocer la carrera tecnológica. Los reinados eran súper chéveres, salían las reinas en comparsas y se hacía todo un cronograma de actividades y al final terminaba en la fiesta de gala con la coronación de la reina, era súper interesante porque había mucha integración, y en esa época habían más fiestas universitarias y no habían problemas, hacían el día campestre desde las 11 de la mañana, la gente llenaba todo el parque, habían juegos, en la noche ponían música y se armaba la fiesta, entonces era impresionante, esto se llenaba, no había ni cómo entrar”, recuerda con gran alegría la ingeniera Victoria.
Así pues, con esta gran historia de lucha por abrirse espacio en la Ingeniería Civil, en una época en la que la brecha de género era mucho mayor, quisimos continuar con nuestro especial de los Rostros de un legado, pues historias como ésta nos invitan a prevalecer ante los no rotundos que nos presenta la vida, a luchar por los sueños que queremos cumplir, a tocar las puertas y buscar las posibilidades para hacerlos realidad.
Desde la Universidad del Cauca somos conscientes que a lo largo de la historia e inclusive hasta la actualidad, a nivel de contexto las oportunidades que tienen los hombres no son las mismas para las mujeres y para las personas que hacen parte de las disidencias sexuales y de género, también es complejo ya que, a estos últimos, tradicionalmente se les ha privado de lo público y de los espacios de poder, de ahí la importancia de resaltar historias como ésta, las cuales nos recuerdan que debemos romper con los estereotipos de género pues todas, todos y todes somos capaces de lograr lo que nos proponemos y mucho más.
Continuaremos buscando más historias inspiradoras y muy pronto regresaremos con nuestro especial #LosRostrosDeUnLegado, actividad impulsada en el marco de la celebración de los 150 años de nuestra querida Facultad de Ingeniería Civil.
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150 años de la Facultad de Ingeniería Civil, historia de un gran legado [2]
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